
Justificación del seminario taller “La Investigación como herramienta de formación e interacción social dentro de la Educación Artística en la Educación Media” presentado en la Cumbre Latinoamericana y Caribeña sobre Educación Artística, Bogotá Noviembre de 2009.
Autor: Santiago Piñerúa Naranjo
Los espacios académicos dentro del área de artes en las instituciones educativas constituyen en su mayoría momentos de acción sin reflexión. Elaboración de instalaciones sonoras, plásticas, escénicas y performativas que no trascienden en su contexto y no tienen un espacio para expresar sus ideas más allá de la inmediatez del ritmo escolar. Aún cuando en el diseño curricular dichos espacios se ven totalmente articulados con el desarrollo del PEI, en la práctica son distantes.
La memoria y la creación deben ir ligadas a procesos transversales que contribuyan al reconocimiento de la identidad como parte primordial de los procesos educativos. Que relacionen conocimientos disciplinares y reconozcan la diversidad como fundamento de nación y de las iniciativas de cooperación social.
Dentro del planteamiento del Proyecto Educativo Institucional debe existir un espacio real en que las artes y las prácticas artísticas permeen los entornos de aprendizaje y promuevan la reflexión y constante búsqueda de nuevos horizontes para el desarrollo profesional del estudiante y la comprensión y transformación de su sociedad.
La educación posibilita la creación de una actitud reflexiva y una conciencia crítica y propositiva que permite a los individuos comprender y posteriormente transformar su entorno. El arte como lenguaje y espacio de expresión presenta una herramienta de gran relevancia para la elaboración de discursos de pertinencia en las realidades sociales. La educación artística entonces, sea cual sea la práctica que aborde, permite a los individuos comprender, dialogar y transformar la sociedad desde la singularidad de los sujetos y la colectividad de sus propuestas. Esta situación casi paradójica de ambivalencia entre la expresión del sujeto y la de su sociedad a través de un mismo elemento como es la obra de arte, constituye un valor agregado de la educación artística frente a las demás disciplinas de la educación.
La investigación, como uno de los proyectos estratégicos mundiales necesita un mayor protagonismo en la formación escolar. Procesos en red que comprendan áreas aparentemente inconexas y las relacionen con solvencia haciendo de los procesos formativos dinámicos centros académicos articulados con la realidad, la singularidad y la construcción colectiva. Porque “los cambios que hacen de las políticas culturales un espacio crucial de intervención no se dan exclusivamente desde la academia”[1] y para esto es necesario valerse de ella para formar desde la sociedad y hacia la misma, y no por el contrario valerse de la sociedad para formar desde la academia tomándola como fin en sí misma.
La capacitación docente continua es primordial en un proceso de mejoramiento dentro de las instituciones educativas y la generación de procesos académicos de calidad, además de un indicador de progreso. Docentes comprometidos con la transmisión responsable del conocimiento y con aquellos que sin ser académicos contribuyen y determinan el rumbo, dentro de su participación en la sociedad, de la academia.
Es necesario incentivar a los docentes a que se capaciten e infundan en sus estudiantes la necesidad de observar el mundo con una mirada crítica y propositiva, que contribuya a la transformación de las sociedades hacia comunidades incluyentes y solidarias; comunidades auto sostenibles que articulen la cultura como eje de desarrollo social y de identidad en un mundo con tendencias globalizadoras. En un país con un Plan Nacional de Música para
“Por ejemplo, recientemente el Estado se “ahorró” más de 4 mil millones anuales en sueldos con la eliminación de
Esta nueva configuración del sistema requiere de una vinculación más fuerte entre el sector educativo y el cultural, que legitime la presencia del arte en la sociedad desde la formación en las aulas y su influencia en la concepción de la misma por parte de los individuos.
Aunque en el diseño de
Cuando se conciba al arte más allá de su perfil instrumental dentro de los procesos de conciliación y fortalecimiento de tejidos sociales, idea inscrita en varios documentos gubernamentales pertenecientes a las políticas de paz, también cambiará su protagonismo dentro de la configuración de nación. Los artistas dejaran de ser necesariamente bohemios y la bohemia dejara de ser poco académica en los imaginarios colectivos.
El paradigma del arte en la sociedad constituye uno de los principales tropiezos en su desarrollo como disciplina y como sector dentro de la nación. Es por esto que en las instituciones educativas, los espacios académicos relacionados con las artes no se entrelazan estrechamente con las demás disciplinas en la mayoría de los casos y los estudiantes ven las materias artísticas como momentos de diversión y “lúdica” (reduciendo el término a su definición de diccionario) sin aparente conexión con sus realidades particulares y sin constituirse como parte importante de sus procesos formativos.
Es muy difícil que las políticas culturales existentes se constituyan en “sistemas organizacionales de consolidación, transformación simbólica, social y política”[4] si sólo los académicos las conocen y las entienden. Para que éstas logren satisfacer las necesidades de la población y obtener el consenso para el orden y transformación del que habla García Canclini es necesario que se le dé una “participación amplia y diversa a la sociedad civil en el diseño de políticas, veeduría pública de planes y programas y protagonismo de la ciudadanía en la sostenibilidad de lo cultural”[5] y ello requiere una constante formación y renovación de los actores inmersos en las discusiones y el diseño de dichas políticas.
Para que la sociedad civil conozca es necesario en muchas ocasiones primero invitarla. Pero esto no basta. La formación de la conciencia y la responsabilidad social también son necesarias. El fomento y el apoyo a las iniciativas ciudadanas para el diseño y la transformación de nuevas políticas culturales o de las ya existentes hacen parte también de la oferta. La educación y los espacios donde la cultura y el arte se insertan en ella son propicios para crear una población que no sea sólo espectadora sino que realmente participe en dichos procesos. La investigación en Educación Artística como herramienta de formación de conciencia, responsabilidad social, diseño de políticas y transformación sociales es absolutamente válida y pertinente desde la escuela. Inmersa en lineamientos transversales del PEI y sustentada por las políticas culturales nacidas de los estamentos gubernamentales y civiles.
Por todo lo mencionado y por más, es de vital importancia para el sector cultural y el educativo volcar su mirada hacia las aulas y reconocer que las políticas culturales deben crear espacios en los cuales tanto docentes como estudiantes estén en procesos continuos de formación. Es imperativo expedir lineamientos curriculares para
[1] Ochoa, Ana María. “Políticas Culturales, Academia y Sociedad”
[2] Ley General de Educación (Ley 115 de 1994), Artículo 23, numeral 3.
[3] MIÑANA, Carlos. 2004. En “Tiene sentido hoy hablar de políticas culturales en Educación Artística”: Para expresarlo en forma grosera desde las técnicas del marketing, la instrucción pública obligatoria no es más que una especie de “muestra gratuita” para que los consumidores que no han probado las excelencias de ese producto que es la educación, puedan saborearla para luego convertirse en consumidores habituales.
Pero incluso esta “muestra gratuita” no debe ser totalmente gratuita. La “Educación para todos” -el programa del Banco Mundial- no apunta al “éxito” en el mercado sino a la integración no conflictiva y a la supervivencia, y se centra en “alfabetización, habilidades matemáticas, habilidades lógicas y sociales como el trabajo en equipo” (World Bank 1999:vii) y sus destinatarios prioritarios son las niñas y “los más pobres” (World Bank 1999:ix).
[4] UNESCO, 1999.
[5] Mincultura y otros, Visión Colombia II Centenario, 2007.

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