La articulación de los actores
del sector cultural. Un proceso de inclusión y construcción de identidad en
Bogotá.
Santiago Piñerúa Naranjo
Las
iniciativas de los organismos encargados de cultura en la nación, durante años
se han constituido en rutas que poco a poco se han ganado el espacio en los
discursos de nación hasta convertirse en importantes espacios de desarrollo.
Desde Colcultura hasta el hoy Ministerio
de Cultura, estas iniciativas han forjado un largo camino que trasciende aún a los
gobiernos y sus orientaciones.
Hoy, luego del esfuerzo y dedicación de muchos,
existen acciones claras que responden a la necesidad y demanda de una
ciudadanía cada día más conciente de su papel en la construcción de nación y de
su propia identidad. Los ciclos de conciertos Al Parque, los espacios de
lectura dentro de la Red de Bibliotecas, las asociaciones voluntarias de
artistas, las redes de trabajo y gestión en cultura, las expresiones artísticas
urbanas son muestras de ello. Esta multiplicidad de actores, reafirman
constantemente identidades y construyen dinámicas sociales de interrelación,
pero también de exclusión. Aún cuando los fundamentalismos
identitarios (Martín-Barbero, 2010), se constituyan
paralelamente en retos para las nuevas políticas culturales en cuanto a
inclusión y construcción colectiva de identidad nacional, regional y ciudadana.
Estas, que han ido de la mano con toda la construcción colectiva del sector
cultural, se han descentralizado y han fortalecido sectores hasta hace un
tiempo supeditados a los ordenamientos estatales.
Germán Rey menciona, citando a García Canclini, cómo
claramente las Políticas Públicas para cultura han pasado de ser Intervención a Conversación; como se han posicionado como Orientaciones más que Ordenamientos
para la movilización de sectores y agentes (Rey, 2010). Hoy son compromiso de todos. Dicho compromiso, fundamento de la
construcción de identidad nacional y pilar de transformación de las relaciones
sociales, económicas e incluso políticas, fundamenta las iniciativas de
inclusión tan claras últimamente en los planteamientos nacionales, regionales y
distritales.
La inclusión, como proceso sociocultural, debe ir
más allá de la exacerbación de las individualidades, de la visibilización de
las diferencias y de la secularización de los ethos en encuentros desarticulados. Se debe plantear como el
equilibrio, que propende por el desarrollo. Fruto del III Congreso Mundial de
Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), en noviembre de 2010, resultó el Documento de Orientación Política de CGLU:
La Cultura es el Cuarto Pilar de Desarrollo, donde acertadamente se plantea
la necesidad de vincular la cultura al trípode del Desarrollo Sostenible
(Inclusión Social, Equilibrio Ambiental, Crecimiento Económico) así no sólo se
pensaría en crecimiento económico o en procesos de igualdad, sino que también
se hablaría de desarrollo humano integral, generando procesos de mayor impacto
sociocultural que también conciban el bienestar y la construcción de identidad
como índices de desarrollo (CGLU, 2010).
Bogotá, ciudad de innegable multiplicidad, es el
escenario perfecto para la creación de espacios propicios para nuevos
encuentros, no sólo de los iguales, también de los diferentes. Etnias, credos,
tribus urbanas, campos y niveles de formación, entre muchos otros, son miembros
importantes de esta empresa.
IDARTES en su condición de entidad distrital, posee
la capacidad para diseñar y realizar un Encuentro
Distrital de Estudiantes y Docentes de Artes, donde se traten los temas
de investigación y gestión y se sienten a pensar estudiantes y docentes acerca
de la realidad de la ciudad fuera de las aulas, donde la academia no sea el
único referente y donde unos y otros se reconozcan como parte de una red de
trabajo mancomunado.
La presencia del tercer sector, fundamental en los
últimos años para el diseño de la política pública para cultura, aparece en
momentos atomizada. La compresión de las asociaciones, fundaciones, industrias
creativas y demás iniciativas civiles en artes, como espacios de desarrollo
humano integral y factores de desarrollo social, permitirían la creación de
programas de socialización entre las mismas y la creación de un frente de
trabajo de suma importancia para el sector y la ciudad. Un Encuentro Distrital de Iniciativas
Culturales del Tercer Sector, que podría arrojar un “estado del arte” de
las mismas mediante un censo y la formulación de mesas permanentes de trabajo. Estas
acciones podrían ser momentos pertinentes para el reconocimiento y la
articulación de quienes trabajan en cultura desde esta perspectiva, arrojando
resultados de gran impacto en cuanto a emprendimiento cultural en Bogotá.
Las reflexiones que actualmente se hace la
Secretaría de Educación Distrital en cuanto a la formación en artes en
educación básica y media, a través del programa de los Centros de
Experimentación en Pedagogía Artística – CEPA, podrían plantear luces sobre El lugar de la cultura en la sociedad
que nos menciona Martín-Barbero. Establecer vínculos CEPA – IDARTES sería
un avance en cuanto a la consolidación de espacios para la formación de
públicos, la construcción de identidad, el reconocimiento en condición de
igualdad, el fortalecimiento de tejido social y la creación de condiciones de
bienestar y desarrollo.
Bibliografía
MARTÍN-BARBERO,
Jesús. 2010. Retos de las Culturas a las Políticas
Públicas. En Revista EGOB, Revista de Asuntos Públicos (6). Pág. 32-34.
REY,
Germán. 2010. Continuidad y Renovación de las Políticas
Culturales en Colombia. En Revista EGOB, Revista de Asuntos Públicos (6). Pág.
4-8.
Ciudades
y Gobiernos Locales Unidos - CGLU. Documento de
orientación política de CGLU: La cultura es el cuarto pilar de desarrollo. III
Congreso Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos.. México DF, México.
2010.